viernes, 16 de julio de 2010

Interacción social, uso del lenguaje verbal

Subtema: Características de los lenguajes verbal y no verbal


Hablar es una necesidad humana, saber escuchar es un acto de inteligencia.


Explicación.

En la interacción humana, dentro del ambiente social, con una amplia hegemonía cultural e ideológica, los individuos absorbemos como esponjas las experiencias e ideas que se presentan, lo mismo los objetos que nos permiten desenvolvernos y actuar ante los demás.
Las ideas de los hombres son producto de los actos materiales que se inscriben en las prácticas materiales y en las reglas sociales. La ideología es consustancial a toda sociedad que la envuelve y que se representa en las relaciones de los individuos de acuerdo a sus condiciones reales existentes.
Aunque existen clases sociales dominantes, que se imponen, no quiere decir que todos debamos pensar de igual manera. Vamos a adaptar nuestros significados de acuerdo a la realidad que percibimos, que vivimos; de acuerdo a los movimientos sociales y a los esquemas de pensamiento del proceso social de vida. Por ejemplo: ¿cuántos individuos se han rebelado contra la explotación, y a cuántos les ha gustado vivir en la condición de esclavos?
No queremos decir que no se pueda romper la hegemonía ideológica, claro que es posible, como por ejemplo, cuando a las ideas sobre el universo de la Iglesia se sobreponen las ideas científicas, o que la Revolución Francesa se opuso el absolutismo.
En todas las sociedades hay formas de controlar a todos nosotros, nos manejan normas, valores y costumbres que cada quien tiene que aprender o asumir. Desde pequeños nos imponen formas de socialización, procesos que varían de acuerdo a la sociedad en que crecemos, de tal modo que como niños, adolescentes, o veces como adultos, nos hacen adquirir normas y comportamientos que nos marca todo el futuro, de acuerdo a las actividades sociales que nos integran al sistema político y cultural.
De modo simple, podemos decir que la sociedad está compuesta por seres humanos diferenciados y estructurados. Grupos de individuos que tienen intereses particulares y que en ocasiones se oponen a los intereses de los demás. Esas diferencias, y las luchas constituyen uno de los fundamentos de la vida social, ya que se convierten en aceleradores del cambio y de la evolución histórica de la humanidad.
¿Cómo se puede controlar a los demás y cómo se pueden manifestar abierta o cerradamente ante estas formas de dominación? La respuesta es por medio de las interacciones sociales, de los métodos de persuasión o del convencimiento, y, por lo tanto, de saber manejar los explotados y explotadores los lenguajes, mensajes o discursos sociales. Los modelos de pensamiento, por medio de los lenguajes, se nos imponen y provocan que, en muchas ocasiones, justifiquemos la manera de proceder y de crearnos una identidad globalizada que controla nuestras ideas, juicios, actuaciones y toda nuestra conciencia. Recurrimos a diversas formas comunicativas, tanto palabras como imágenes. Donde se muestra los diversos actos verbales y no verbales con sus distintas interpretaciones.
La persuasión, a la vez, es parte de ese control social, pues no basta sólo la filosofía, las ciencias, la crítica literaria y las religiones o las explicaciones de la economía, el sufragio universal y la propaganda política, sino que la persuasión invade estos campos o se vale de ellos para que las minorías privilegiadas logren someter y obtener la adhesión de los demás.
Los contenidos del lenguaje lo abarcan todo, pero para los fines de este subtema, solo abordaremos la explicación del uso del lenguaje y sus efectos comunicativos desde la óptica de la interacción verbal. Ésta incluye algunos rasgos de la vida cotidiana en la persuasión, el conformismo, la recompensa, los poderes de la influencia, la confianza, la fidelidad, las apelaciones, las argumentaciones y evidencias, entre otros puntos.
El acto de habla engloba interacciones verbales y no verbales entre todos los individuos, por ejemplo, cuándo tomamos las primeras impresiones de una persona, estamos pensando no sólo en lo que nos dice, sino en la manera y en el contexto que nos lo dice. Respondemos ante la realidad de manera similar o diferente; la realidad varía en función de los significados que tenemos y gracias a nuestras experiencias personales y de acuerdo a la sociedad en que nos desarrollamos.
Nunca podremos escapar al ambiente social en que nos desenvolvemos, con absoluta parcialidad y bajo una serie de obligaciones, darle cierta entonación a los que observamos, sin poder percatarnos de lo que lleguemos a sentir y con aparente libertad. Estamos inmersos en una atmósfera ideológica que sólo nos permite o limita visualizar ciertas fronteras e interpretaciones de realidad. Por más que queramos dejar de pensar bajo las estructuras dominantes, no podemos modificar radicalmente estas formas de pensamiento.
Después de todo, hay que reconocer que el conocimiento como parte primaria de la realidad objetiva es tomado por el individuo para entender su entorno social. Pero ese conocimiento, producto de las experiencias cotidianas, está lleno de una realidad que se antoja distorsionada, desde el momento en que es producto de las representaciones ideológicas que se presentan en sus interpretaciones. Es como la interacción verbal donde vemos que sus campos explicativos están determinados en los estudios del comportamiento humano y su comparación con otras especies de animales. Campos de estudios llenos de arbitrariedades tanto en sus explicaciones como en sus conclusiones; muchos de ellas están limitas en áreas de estudio como la antropología, la lingüística, la psicología social y la sociología.
Para nosotros también la interacción social la comprendemos a través del lenguaje, que gira en torno a una serie de denominadores comunes, como la sintaxis, la organización, el estilo, la lógica, las apelaciones, el razonamiento, la imaginación, las consideraciones semánticas, entre otras áreas.
En cada situación a la que nos enfrentamos, nos damos cuenta que se presentan dentro de un proceso de interacción verbal y no verbal, donde los resultados varían de un individuo, de una situación, de un momento a otro. Por eso podemos decir que la interacción verbal también es un área de estudio de la comunicación humana, donde se notan las diversas formas en que hacemos uso del lenguaje para conocer y entender nuestro entorno.
En el intercambio de mensajes verbales (orales y escritos), se presentan las respuestas, apelaciones o posturas que asumimos con respecto a los demás. Dicho intercambio, a veces nos producen temores, conformismos o tratamos de justificar nuestros actos verbales; respondemos a los significados de los mensajes. Es más, si hacemos un recuento de la cantidad de mensajes que recibimos a diario a través de los profesores, sacerdotes, políticos, notas periodísticas, etcétera, veremos que resulta exagerado y más cuando provoca sentimientos y emociones, bienestar físico, placer, ansiedad, culpabilidad, benevolencia, seguridad e inseguridad. Mientras algunos mensajes provocan una atención apenas perceptible, otros despiertan un vivo interés, más duradero a la experiencia del individuo.
Aunque el estudio de las respuestas o apelaciones resulta desarticulado, fraccionado y por lo tanto no decisivo, debemos destacar, en primer lugar, las apelaciones que despiertan temor, en segundo lugar el conformismo y, en tercer lugar, las apelaciones que justifican nuestros actos. De las que despiertan temor destacan las reacciones de mensajes fuertes que inducen al temor. Experimentó como el cambio de hábitos de higiene dental, bajo la amenaza de sufrir intensos dolores; la persuasión que se logró entre las personas crónicamente ansiosas –aquéllas que más fácilmente se exaltan o son tímidas y que continuamente están pendientes de los peligros que les puede acarrear el descuido o ansiedad neurótica.
Existen variables que nos permiten observar la influencia sobre las apelaciones al temor de un individuo a otro. Ante la familia podemos sentirnos más seguros de una amenaza externa. El infundir temor, por lo tanto, estará implícito en el poder de las palabras verbales que llegan a provocar un sentimiento de ansiedad.
Hay estudios donde se ha descubierto que cuanto más amenazantes son las consecuencias, mayor es la probabilidad de influencia social o de que la eficiencia de las recomendaciones aumenta a medida que lo hace la probabilidad de éstas. En otros casos puede ser que la gravedad de las consecuencias llega a aumentar, mientras disminuye la probabilidad de que se den. Por ejemplo: la mayoría de las personas considerarán las consecuencias de no tener un seguro de vida como extremadamente grave, aun cuando postergarían contratar uno, en tanto piensan que a ellas no les podrá suceder nada en un futuro cercano.
Muchas de las apelaciones al temor se deben a dos causas, por un lado, el neurótico y, por otro, el temor reflejo. El temor neurótico es el de conflicto interno intenso y ansiedad exaltada. Hace que el individuo proyecte su sensación de conflicto sobre su interpretación de las amenazas externas y distorsione así la realidad de la situación. En la constitución psicológica de una persona, donde las apelaciones de temor no modifican fácilmente su temor neurótico, se puede ver, como resultado de su inadaptación o de su ansiedad crónica, que prevalecerá su negación a los demás, a la represión, a la distorsión perceptiva y a una serie de reacciones defensivas.
El temor reflejo provoca también una sensación de vigilancia, donde las personas realizan esfuerzos por encontrar pistas en las que tienen una sensación de seguridad con relación a amenazas externas. El temor reflejo se diferencia del neurótico en cuanto está parado firmemente en el pensamiento cuidadoso y en la sensibilidad a los cambios, por más leve de intensidad a los peligros externos; las personas adquieren un estado de vigilancia que les permite vislumbrar peligros y examinar la situación para encarar más libremente la amenaza.
Otra consecuencia, aparte de los temores neurótico y reflejo, lo representa la actitud de avenencia, que se da cuando existe una competencia de dos necesidades extremas de vigilancia y de confirmación de la seguridad. Una amplia explicación de la actitud de avenencia: lo encontramos en combinación de vigilancia discriminatoria y las confirmaciones discriminatorias de la seguridad. Se advierten ejemplos sobresalientes de actitudes de avenencia entre las víctimas de las enfermedades cardiacas que aprenden a vivir con su mal. Al darse cuenta de que pueden ser víctimas de otro paro cardiaco, hacen planes específicos de medidas protectoras que habrán de ayudarlos a sobrevivir si llega a materializarse ese ataque.
El conformismo se define como un cambio en la conducta u opinión de una persona, resultado de una presión real o imaginaria de personas o grupos. Hay razones de conformismo cuando la conducta de los otros puede convencernos de que nuestros juicios son erróneos. O sencillamente que queremos evitarnos un castigo (el rechazo o el ridículo) u obtener una recompensa (amor o aceptación) del grupo.
El conformismo también puede ser producto de la sumisión que ejerce un individuo sobre otro, movido por el deseo de obtener una recompensa, de evitarse un castigo. Sumisión que puede permanecer todo el tiempo que dure la promesa de recompensa o la amenaza al castigo. Puede ser causa también de la identificación, a partir de que un individuo tiende a parecerse a quien influye sobre él o sencillamente porque el adaptar la conducta concreta que le permite lograr una relación satisfactoria de auto-definición hacia la persona o personas con las que se está identificando. Con la identificación, en contraste con la sumisión, el individuo llega a creer en las opiniones y valores adoptados, aunque su creencia no sea muy fuerte.
El conformismo puede extenderse hasta la obediencia ciega, en la cual, por la influencia social, puede caer el individuo. O sencillamente, por la indiferencia de los demás que se contamina con la sumisión; por ejemplo, cuando anda uno en la calle y no se compromete con personas accidentadas o individuos que necesitan ser auxiliados.
En todos los procesos de interacción verbal a los que nos sometemos cotidianamente los individuos, tendemos a responder de una manera determinada, como son tan cotidianos no percibimos la importancia social, la explicación y los mecanismos en que se dan. Es el caso de las autojustificaciones, como respuesta a una acción o decisión determinada. Tal es así que la mayor parte de las personas tendemos a justificar las acciones, creencias y sentimientos. Cuando uno realiza una acción intentamos, si es posible, convencernos a nosotros mismos (y a los demás) de que era una acción lógica y razonable.
Este tipo de reacciones ha sido estudiado por León Festinger y le nombra teoría de la disonancia cognoscitiva. Consiste en un estado de tensión que se produce cuando un individuo mantiene simultáneamente dos conocimientos o certeza (sean ideas, actitudes, creencias, opiniones) psicológicamente incompatibles. Es decir, dos conocimientos que son contradictorios uno del otro, que no son congruentes; se crea una situación desagradable ante los demás, por lo que tendemos a justificarlos, le eliminamos lo que resulte incómodo o absurdo.
Las relaciones que se establecen entre la organización del mensaje y las apelaciones verbales son amplias y notables. Crean una serie de paralelismos, principalmente a causa de coincidir en las actitudes o efectos de los individuos. Más aun, después de una amplia serie de investigaciones sobre este tema, -que van del espectro de aquello que apenas llega a ser trivial, hasta lo que asumen importancia primaria- en el proceso de interacción verbal.
La organización y el orden que le damos a los mensajes influyen prácticamente sobre todos los aspectos de la vida, desde los rasgos culturales, la sintaxis, el orden de cada letra dentro de un lenguaje, de las palabras o de las oraciones, como de las formas del pensamiento que estén en relación con una sociedad dada.
La conversación humana no debe ser considerada como la falsa o inadecuada utilización del lenguaje, sino que se debe estimar que todo está en juego. Los grupos de palabras, el orden y la ubicación, siguiendo las reglas de separar las cláusulas, las oraciones, los párrafos y, más que nada, las ideas en forma lógica, donde el razonamiento formal ayudará a inferir una serie de pensamientos adecuados o necesarios al hombre. Incluso los pequeños detalles, de cómo escribir las palabras llegan a desajustar las ideas y maneras de querer enviar o de pretender recibir los mensajes, un ejemplo lo tenemos cuando escribimos:
LACO MUNIC ACIONSIR VE PARA PON ERSEDE ACUER DO
Si ponemos atención, sólo vamos a encontrar una desorganización, tanto en los lazos de las letras como en el propósito del mensaje; veamos el siguiente:
LAC OMUN ICAC IONS IRVEP ARAP ONERS EDEA CUE RDO
La arbitrariedad en la organización de los mensajes puede ser mayor, en algunos otros casos los podemos encontrar en los anuncios comerciales, tanto en la televisión como en los periódicos; veremos que el mensaje principal lo vamos a encontrar con las letras más grandes y, aquello que aun puede ser un defecto para el producto, aparecerá con letras mas pequeñas, en el lugar menos visible.
La explicación hecha anteriormente sobre la organización de los mensajes no es la única, sino también hay otra manera de organizar los mensajes como la jerarquía que les damos al enviarlos o al recibirlos. Es decir, que en ocasiones los primeros mensajes enviados tendrán mayor impacto, serán de mayor interés o se les considerará predominantes o más acertados que los que se envían después. En otras ocasiones resultará todo lo contrario, pues hay psicólogos que piensan que los últimos mensajes son los que más se graban en la mente. A este orden de presentación del mensaje se le conoce como “ley de primacía”, cuando lo que se expresa como primera parte de una controversia tiene más peso, que cuando la “recencia o reciente” que se presenta después. Es decir, se piensa que lo que tiene mayor credibilidad a partir de los juicios aportados, las primeras impresiones cuentan más que las siguientes: “lo primero es lo primero” dicen algunos, aunque tengan o no tengan razón de su parte.

El efecto de primacía y el efecto de lo reciente (recencia) parecen llegar a proposiciones opuestas, pero es necesario comprender ambos para poder predecir, en situaciones particulares, y dónde conducirnos. Para ello, debemos conocer algunas variables, como lo el tiempo que separa a los mensajes en una situación. Tenemos, en primer lugar, la cantidad de tiempo entre la primera comunicación y la segunda; la cantidad de tiempo entre el fin de la segunda comunicación y el momento en que los individuos a los que nos estamos dirigiendo deben decidirse definitivamente. La primera comunicación produce una interferencia máxima, en el aprendizaje en relación de la segunda, y se provocará un efecto de primacía, entonces se tendrá la ventaja de decidir hablar primero; b) la retención es máxima, y los efectos de la reciente prevalecerán, por tanto, cuando el público inmediatamente después de escuchar los segundos mensajes; la ventaja será para los que se esperaron.
Otra situación distinta la encontramos en el periodismo y en la literatura. Es así cuando un redactor de prensa desea informar lo más conciso posible, utilizará de los mensajes lo que considera de mayor trascendencia para el público lector y dejará los detalles para el final; es un acto donde a lo principal se le llama lead o climax y describe lo que para el redactor es lo más importante (aunque no lo sea para los demás). En el caso de la novela, el escritor sabrá cómo llamar la atención de sus futuros lectores -cuando termine su novela- para lo que utilizará no lo espectacular al principio, sino que la trama de la obra escrita tendrá su climax o desenlace hasta el final. Por ende, lo que es primacía para el periodista es recencia para el escritor y viceversa. Aunque hay que contemplar que son distintas las circunstancias en que se dan los mensajes.
A lo largo del presente subtema se han presentado explicaciones sobre la interacción verbal, donde la evidencia sale a relucir; es por ese motivo que aquí la trataremos someramente. Las evidencias que se encuentran en todos los problemas relacionados a las formas de organizar o estructurar los mensajes y del contenido del mensaje. Con éstas se pretende, continuamente, modificar o canalizar las actitudes de los individuos.
Las evidencias pueden ser las estadísticas que se emplean para mostrar el convencimiento de los demás. Se pueden utilizar fotografías, cintas, comentarios y todo lo que sirva para reforzarlas satisfactoriamente. También tienen las evidencias el papel para interactuar en determinadas formas de comunicación, principalmente con la credibilidad de quien envía los mensajes y su forma. Esto significa que, dependiendo de quien envíe los mensajes, las evidencias tendrán éxito, pues si se trata de una persona de alta credibilidad, hay más seguridad, a que la envíe un desconocido en el proceso de interacción.


EJERCICIO 4: Disonancia cognoscitiva o cómo justificar errores.

Propositos: Que los participantes:
• Observen las tensiones, intereses y motivaciones personales de los que cada actor se vale y los grados de aceptación o de rechazo que se muestran a través de identificar un problema de importancia.
• Puedan explicarse lo difícil y frustrante que resulta para cuando uno de nosotros debe explicar y justificarse ante los demás de las causas o errores tenidos y disminuir, en ocasiones, una tendencia a señalar culpables.
• Establezcan respuestas de solución sobre problemas que se presentan y para que tomemos conciencia del uso de las apelaciones, conformismos, disonancia cognoscitiva o auto justificaciones, evidencias que se producen a través del uso de los lenguajes verbales y otros modos expresivos.
• Distingan los diversos efectos psicológicos y sociales que se presentan cuando logramos establecer una relación entre otras personas y pequeños grupos a partir de manejar las soluciones de un problema de los que cotidianamente nos planteamos.
Descripción de los objetivos:
Que a través de este ejercicio de comunicación impresa, se muestren también las emociones que exteriorizamos con expresiones que nos permitan desarrollarnos, hacer y resistir embates.
Conocer las diversas formas que empleamos para persuadir a los demás y que representan nuestras tarjetas de presentación de cómo nos relacionamos con los demás. Que nos puede conducir a un círculo de excelencia, cuando los recuerdos y experiencia en apariencia nos hacen muy bien; como es el manejo de un problema o dilema a través de auto justificarlo para que nos conduzca a la búsqueda de falsas soluciones.
Como verás, nuestro lenguaje afecta nuestros pensamientos, conductas y acciones. Será para nuestra ventaja entender como el método que utilizamos para establecer y lograr nuestras metas y objetivos son apropiados o no.
Instrucciones específicas:
Darnos cuenta que las preguntas que se plantean con los cuestionarios, tienden a guiarnos a considerar: ¿a quién culpar? ¿Qué está mal y nos ha separa de lograr la meta o el objetivo? Para ello cada quien tiene que plantearse lo que considera es un problema de comunicación. Si las reflexiones que nos hacemos son las correctas o, en ocasiones, solo nos inclinamos por eludir la gravedad del problema o del disgusto.
Se explica el objetivo del ejercicio como ya se describió, inmediatamente después se divide al grupo en tríos y se le entrega un cuestionario a uno de los participantes donde se le pide que lo responda. Lo hace en tríos y cerca de las mesas para poder escribir:

CUESTIONARIO.
1 ¿Qué es lo que me disgusta de lo que me sucede en mi entorno?
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2 ¿Por qué tengo este problema, quién lo ha provocado?
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3. ¿De qué manera me limita y qué puedo hacer para remediarlo?
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4. ¿Cómo este problema me detiene para hacer lo que yo quiero?
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5. ¿De quién es la culpa de que tengamos este problema?
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5. ¿Cuál es el peor momento en el que he experimentado este problema?
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7. ¿Por cuánto tiempo lo he tenido?
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8¿Qué es lo que quiero, realmente? (Asegúrate que está definido en términos positivos. Piensa más en lo que quieres que en lo que no deseas).
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9. ¿Qué verás y oirás cuando hallas logrado el objetivo? (Describe el objetivo con todos los detalles sensoriales, es decir, con todos los detalles de vista, oído, tacto, gusto y olfato).
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10. ¿Puede ser iniciado y mantenido bajo mi responsabilidad? (Cualquier objetivo debe ser iniciado, mantenido y promovido por ti. El objetivo escogido debe reflejar cosas en la que puedas influir personalmente).
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11. ¿Tiene el propósito el tamaño adecuado? (Si es muy grande, pregúntate: ¿Qué es lo que me impide alcanzarlo? y convierte los problemas en pequeños objetivos, hazlo lo bastante pequeños y alcanzable).
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12. Si es muy pequeño para motivarte, pregúntate: ¿Es parte de un objetivo superior?
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13. ¿Por qué es importante para mí lograr este objetivo?
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14. ¿Cómo sabré cuando logre el objetivo?
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15. ¿Cuál es la evidencia? (Piensa en la evidencia de base sensorial que te permitirá saber que si has logrado lo que querías).
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16. ¿Dónde, cuándo, con quién lo quiero?
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17. ¿En qué contexto? (imagínate el objetivo de la manera más específica posible).
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18. Una vez identificado el contexto, pregúntate ¿Es psicológico el contexto escogido?
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19. ¿Está basado en información sensorial?
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20. ¿Cómo el objetivo escogido afectará mis actividades y las actividades de otros? ¿Qué ganaré o perderé?
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21. ¿Que ganarán o perderán otros? (Sopesa las consecuencias en tu vida y en tus relaciones si consiguieras el objetivo).
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22. Considera los sentimientos de duda que comiencen con un "si, pero... ¿Que consideraciones representan estos sentimientos de duda?
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23. ¿Cómo podría cambiar mis objetivos para tenerlos en cuenta?
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24. ¿Que me detiene para lograr el objetivo deseado, ahora? (Identifica las creencias limitantes. Esta información tiene que estar basada en información y descrita sensorialmente).
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25. ¿Cómo puedo empezar a lograr mi objetivo y como puedo mantenerlo?
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Después de estas preguntas el paso más importante es actuar. Toda jornada comienza con el primer paso: “Responderse a si mismo con sinceridad”.

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